Crecí un poco mas de la cuenta. -Allá va la
alta y flaca- decían por ahí en mis pubertos años. Y en realidad fueron los 1.78 metros de estatura
que me hicieron ver un poco más arriba, allí donde mis sueños empezaron a tener
alas – aún siguen en modo “crescente”- y aunque trato de esconderlas, siempre
están ahí para recordar mi norte. Pero
este asunto de esconderlas no es del todo gratuito, pues las mantengo cerradas
e intangibles porque no quisiera que por un asunto muy penoso o pretencioso se convirtieran en extraña atracción de feria.
Descomponiendo la luz de mi
prisma, descubrí mi arcoiris: familia (mamá y papá), salud,
arte, ser espiritual, amigos, amor.
“…porque cuando quiero, porque cuando quiero me desangro en besos” dice un tango; me desangro en amor por mi familia, por mi arte, por mis amigos, por mis sueños, por mi espiritualidad, por el amor aún sin rostro o con un rostro familiar que todavía no sé si está o quizás aún no ha llegado.
“…porque cuando quiero, porque cuando quiero me desangro en besos” dice un tango; me desangro en amor por mi familia, por mi arte, por mis amigos, por mis sueños, por mi espiritualidad, por el amor aún sin rostro o con un rostro familiar que todavía no sé si está o quizás aún no ha llegado.
Me mueve la justicia, me desarma
la injusticia; me construye una sonrisa, me destruye una palabra deliberada con
malicia; me arrulla un abrazo, me desmorona la indeferencia de la gente que amo;
me retroalimentan las mentes libres, me indisponen
las mentes cerradas; aprecio de más el respeto, me fastidia el irrespeto a las
diferencias; disfruto de la compañía de
gente noble, humilde y honesta, huyo de la gente prepotente, orgullosa y falsa;
me libera siempre dar con amor y
generosidad, me encadena el egoísmo con o sin razón.
He aprendido a caminar, como diría
alguien de paso: “lento, pero seguro”; aunque a veces me hubiera gustado más
“rápido, pero tomando riesgos aunque pierda”.
Y es que perder se volvió una palabra tan inmaculada, que la veneré
vehemente; y perder se volvió pasado y perdí.
Pero está pérdida no hace más que parte del libro de pérdidas y
ganancias sobre el cual reescribo hoy para ganar.
-“Nadie vive del arte, porque un
artista se muere de hambre”- decían, con tanta firmeza y “sabiduría” que me
comí el cuento por muchos años. Aquellos y éstos decían entonces: “... sepa usted que cuanto más tiene, más feliz
será. Felicidad te doy: compra un carro,
felicidad te doy: compra, compra, compra… cuanto más tenga más valor tiene
usted; llegará de primero en la fila, le abrirán la puerta, tendrá amigos a montón, será amado, admirado y respetado como persona. Recuérdelo:
cuanto más tenga más vale”. Y
generando un falso itinerario de lo que debía hacer y ser, acredité estas
palabras –tristemente- en el manual del "buen vivir". Aunque nunca tarde, comprendo que mi ser Feliz, que la
Lya feliz es cuando está de frente al arte, cuando hace suyo un trocito de
papel y “escribe” una contestación de lo que nunca sus palabras pronunciarán -porque siempre aprendió a hablar sin palabras-. Que
la Lya feliz se construye desde su familia, salud, amigos, espíritu sano y
libre, el amor, unos pesos para vivir cómodamente y una actitud que la mueva
cada día a ser lo que debería ser sin dejarse dibujar por otros. Que la Lya feliz se construye desde la
libertad que le dan sus sueños, la libertad de escuchar su voz y no la de
afuera; de ser generosa con amor y de construirse desde su yo, siendo quien
siempre ha sido y ha querido ser sin pisotear ni dañar a nadie en el
intento.
"Creo, y creo no equivocarme en lo que creo, que acabo de leer la descripción más hermosa que alguien jamás haya hecho de sí mismo. Tanto, que no puedo menos que agradecerte el haberte conocido, el saber que existes y que un pedacito de mis sueños tendrán intersección con un pedacito de los tuyos." Veónica Escobar J.
ResponderEliminarVero no pues ahí sí hiciste que se me asomara una lagrimita jejejeje... qué rico que nuestros sueños se encuentren!!!
ResponderEliminarLa paradójica escalera de Penrose permite situar a dos personajes moviéndose en sentido contrario y, sin embargo, ambos subiendo y ambos bajando, aunque también, como cabría esperar, uno subiendo y otro bajando. Pero, si bajan y suben a la vez, la persistencia del movimiento los condena a la permanencia en el mismo punto.
ResponderEliminarSiendo finita (desde cualquier punto, se puede contar un número finito de escalones hasta volver al mismo punto), no tiene principio ni fin, como el universo relativista, también finito, pero ilimitado.
Sobre esta imagen se pueden proyectar otras imágenes o representaciones de la realidad cotidiana (Rionegro - Medellín; Medellín Rionegro) que parecen comportarse con esa apariencia paradójica de encerrar lo finito, incluso, a veces, una cuasi nulidad, dentro de lo ilimitado.Pasos en una escalera, que aparenta ir hacia arriba, pero que va hacia abajo, al tiempo que aparenta ir hacia abajo, pero va hacia arriba, en una dinámica que, siempre amenazada por la frustración, necesita ser siempre acelerada para anticiparse a ella.
Por eso del mismo modo en sentido contrario es lo mismo ir de arriba hacia abajo que de abajo hacia arriaba.